Bitácora de grabación. Medellín_comuna 1ª
Aquí, que se habla tanto de armas, que se ven, que se sienten imagino que una cámara se parece un poco a eso, a un arma; desenfundas, cargas, apuntas...todo con la rapidez que provoca la falta de seguridad en la calle, los constantes avisos, las alertas bien intencionadas pero desestabilizadoras.
¡Cuidado con la cámara! ¡cuidado con todo! excepto en las zonas tomadas también por armas, ejercito, policia, parapolicia...¿y si tuviera aspecto de guerrillera? o peor, según la nueva nomenclatura, de terrorista, con cartuchera, mochila y ese objeto negro y metálico que apunta. Todo está tan a flor de piel...también los colores, la alegría, la hospitalidad de las personas, la curiosidad y muchas muchas veces cierta forma de inocencia.
(Con timidez)...¿Le puedo hacer una pregunta?
(la entrevistadora siempre es entrevistada)
Yo sé lo que son las estaciones, el invierno, el verano...pero ¿que es la primavera?
En estos Andes sin cóndores que pasen (que si alguna vez los hubo debieron ser desplazados por las comunas trepadoras con sus casas colgantes en increible pendiente), berraco el paisaje, berraca la historia...se pierde la intención y hace tiempo que la cámara fluye azarosamente o con el orden de la propia ciudad y nuestras limitaciones.
Algunas veces grabar y vivir es lo mismo, el ojo es objetivo, la memoria registra frames por segundo. Grabar la memoria, la experiencia vivida, imposible o no, el pulso no siempre firme, no importa. La cámara es aliada para establecer un marco para la comunicación, empezamos por ahí para ir a más, para salirnos de cuadro, para cruzar el mar, para sentir y reflexionar... porque para intentar contar hay algo que entender primero y para entender hay que deconstruir el discurso, el establecido a priori, con en el que en algún momento nos identificamos...
¡Cuidado con las cámaras que te roban el alma! más bien la transmiten, la de aquellas personas que quieren contarse...una cámara por cada arma de esta ciudad.